HIGH SCHOOL ZOMBIES.- un relato de Jerónimo Tristante


EXTRAÑO SUCESO EN LA SIERRA DEL PINO

La aparente caída de un meteorito se salda con dos vacas muertas y ningún rastro de materiales de origen extraterrestre.

A.P.S. Un extraño suceso tuvo lugar el sábado por la noche en la Sierra del Pino. Más concretamente en la zona conocida como Casas de la Juana, a la que los jóvenes acuden a hacer botellón los fines de semana. A las 11,35 de la noche, algunos conductores y muchos de los asistentes a un concierto al aire libre en el Huerto del Cura, comprobaron cómo un objeto incandescente caía a toda velocidad sobre la Sierra que vigila nuestro pueblo. Un enorme resplandor, seguido de un estruendo, hizo pensar a los más que un meteorito de considerables dimensiones había impactado contra el suelo. De inmediato se dispuso el operativo de emergencia que incluía a bomberos, protección civil y paramédicos. Sólo se hallaron dos vacas muertas mientras que unas decenas de jóvenes que se hallaban en la zona

Declararon que, sorprendentemente, no habían visto nada. El mismo domingo por la mañana se desplazaron desde la capital de la comunidad autónoma dos equipos de investigación: uno del Instituto Meteorológico y otro del Departamento de Física Experimental de la Facultad Raúl Argemí. A pesar de hallar restos de quemaduras en el suelo en área de unos cien metros cuadrados, no se ha hallado material alguno que justifique el posible impacto. Ni materiales que pudieran asociarse con un meteorito ni plásticos o metales que pudieran explicar el impacto de una avioneta o un globo meteorológico.

El Instituto Sismológico detectó una vibración de 2,3 grados en la escala de Richter. Un caso extraño.

DAVID BISBAL SERÁ NOMBRADO HIJO ADOPTIVO DEL PUEBLO

Es conocida su vinculación con el pueblo pues de niño pasaba los

veranos en casa de sus tíos.

P.D.S. Ayer saltó la noticia. David Bisbal

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Atrás

Entro a clase de mala hostia. El inspector de educación me ha estado tocando las pelotas con mi memoria. “Le falta esto…le falta lo otro”. Puto gilipollas. Sanguijuela de mierda …. Son todos iguales, malditos desertores de la tiza. Así no consigo la cátedra. Total por doscientos euros de mierda.

No, no, un momento. No está mal. Doscientos napos al mes son ….así a vuela pluma, mil seiscientos pavos más al año. Merece la pena. Esta tarde me tocan los niños. Cuando los deje en casa de mi ex , cenaré algo ligero y le daré un repaso.

Vuelvo a la realidad desde mis propios pensamientos, levanto la cabeza y compruebo que hay algo raro en el ambiente. En lugar de encontrarme a treinta chicos de 3º de la ESO gritando, hablando y dando el coñazo, todos están sentados mirándome. ¡Qué raro! Hoy no tendré que perder quince minutos en conseguir restablecer el orden antes de poder siquiera pasar lista. Me miran fijamente, ¡están atentos! Es algo tan inusual que hasta me siento violento. Entonces hago una de mis bromas habituales:

-¡Extraterrestres! ¿Qué habéis hecho con mis alumnos?

Se miran unos a otros, extrañados. No han entendido el chiste. Lo normal. Uno de ellos, muy educado, levanta la mano y tras esperar a que le de la palabra me dice:

-No, no, profesor, somos sus alumnos. No somos extraterrestres. ¿Comenzamos la clase?

Yo, por mi parte, decido no hacerle ascos a situación tan favorable y comienzo con mi clase sobre el Cantar del Mio Cid.

Adelante

Paco Infantes abre la puerta de emergencia con cuidado y asoma la cabeza al interior del segundo piso. Nadie.

¿Qué habrá pasado? Hay un silencio sepulcral, tan inusual en un instituto de secundaria , que le hace recelar. Comienza a caminar con cuidado. Entonces, de un pasillo lateral surge un alumno. Richard Cifuentes. Lleva una libreta en la mano y se dirige a él muy educadamente:

-Perdone profesor, ¿podría aclararme una duda?

Le parece raro que un pedazo de cabrón como aquél le pregunte algo relacionado con los estudios. Es un delincuente juvenil, pero el trabajo es el trabajo y como buen maestro se interesa por ayudar al alumno. Como el chico le acerca la libreta, Paco se agacha para echarle un vistazo. Cuando quiere darse cuenta la cara del adolescente se ha transfigurado. Sus pupilas parecen rojas y los dientes, afilados. Su aliento huele a podrido, a tubería y cieno.

Antes de que ese pequeño cabrón pueda morderle, algo lo hace desaparecer tras impactarle en el rostro.

-Booooooong!!!

¿Qué coño ha sido eso? ¿Una campana?

Paco se gira y ve junto a él a Javier, de Lengua. Lleva una pala en las manos y al parecer acaba de atizar con ella al alumno que ha salido despedido a más de dos metros.

-Pero….¿estás loco, Javier? Ese tío es ecuatoriano. Te van a expedientar por pegar a un alumno y encima, ¡inmigrante!

El crío se levanta de un salto y gruñe como una alimaña. Salta hacia ellos de nuevo.

-Booooong!

Otra hostia.

Esta vez Javier le ha doblado el cuello y queda en el suelo agitando los pies como una cucaracha.

-¡Le has…. Le has partido el cuello!

-Sí, o él o nosotros. Vamos, bajemos, no tenemos tiempo. He subido a por el botiquín de la conserjería de este piso. No te separes de mí si quieres seguir vivo. Son unos hijos de puta.

-Ya. Dime algo que no sepa. ¡Pero no se puede pegar a los alumnos! ¿Estás loco?

-Comen gente.

-¡Le has partido el cuello y sigue moviéndose! ¡Está vivo!

Javier ni escucha al recién llegado y echa andar hacia el fondo del pasillo. Alcanza el habitáculo acristalado del conserje y con la pala rompe los cristales. Abre el botiquín y vacía todo el contenido del mismo en una bolsa de tela que lleva en bandolera.

-Pero….¿me has oído? ¿Qué coño haces? ¿Te has vuelto loco? ¿Qué está pasando?- grita fuera de sí Infantes.

Se oyen pasos y murmullos, sonidos guturales que ponen los pelos de punta. Vienen del pasillo anexo a la conserjería.

-Ahí vienen. No hay tiempo. Vamos, al piso de abajo. A la sala de profesores.- dice Javier.

Atrás

Vaya día másextraño. Me he encontrado a Lorena, la de Inglés, absolutamente fuera de sí en la cantina. Dice que un alumno la ha atacado. No es la primera vez que lo veo. Se ceban con los más débiles. Son machistas y se prueban con las compañeras que parecen más flojas. Yo soy un tío de 1,90. Tengo mala hostia cuando hace falta, entienden mis coñas y me respetan. Nunca tuve problemas. Al parecer la chica estaba haciendo fotocopias cuando un chaval ha intentado agredirla.

-Sí, Antonio Jesús de 1º de la ESO A.

“Pero si es un bendito, pienso para mí.

-Estaba en conserjería esperando para la que dieran unos folios para un examen cuando yo, por error, me he apoyado en el botón de la fotocopiadora y ésta, estando abierta, se ha disparado. Con el fogonazo ha dado un salto hacia atrás y los ojos se le han puestos rojos, de pronto, tenía los colmillos largos y ha bufado como un gato lanzándose hacía mí. Yo he gritado y se ha quedado parado. Entonces ha aparecido el jefe de estudios y se ha calmado. Ha vuelto a la normalidad de repente. Como si nada hubiera pasado.

El cantinero, tras ella, me mira y se señala la sien con el índice a la vez que lo hace girar como indicando que la pobre está loca. “Out of order”, pienso. Otra buena profesional que se hace añicos por la presión. No será la última. A veces fantaseo con la posibilidad de ahostiar a esos pequeños cabrones. Se quedarían muertos si alguien los cogiera por la pechera y les curara esa insolencia a hostias. Y al inspector. A ése lo enculaba yo sobre la mesa del despacho del director. A lo Pulp Fiction. Decididamente estoy perdiendo la cabeza.

Adelante

Paco Infantes y Javier llegan al piso inferior, en el entresuelo. El segundo golpea la puerta de la sala de profesores con una suerte de contraseña que provoca que al otro lado se escuchen ruidos. Parece como si movieran gran cantidad de objetos. Han atrancado la puerta como si temieran a algo o a alguien.

-Pero…¿qué está pasando ¿- comienza a decir Infantes cuando se abre la puerta y alguien le grita:

-¡Rápido, rápido! ¡Adentro!

Cuando varias figuras bloquean con muebles la entrada los dos recién llegados comprueban que apenas se ve nada en la amplia sala. Las ventanas, pese a estar ubicadas en un entresuelo, están selladas con tablones que alguien ha asegurado con clavos. Las luces de emergencia no proporcionan luz suficiente.

Sobre la mesa los escasos víveres de que disponen los asediados: porquerías de máquina expendedora como kit kats y patatas fritas de bolsa.

-Yo tengo un bocadillo.- dice Infantes echando mano a su cartera que ciñe en bandolera.

Mientras que los otros reparten con excesiva equidad el bocata, comienza a decir:

-He estado dos días de baja y me encuentro esto. ¿Qué cojones está pasando?

-Comenzó ayer, por la mañana….- empieza a aclararle Javier.

Atrás

Mierda. Aprovechando que tengo una guardia tranquila- sólo ha faltado el raro de Infantes- y que Asumpta se ha hecho cargo de sus alumnos, disfrutaba de un café con tostadas cuando han venido a avisarme. Me ha venido a la cabeza un azulejo de esos tipo souvenir que vi una vez en un bar: “Hace un día cojonudo, verás como viene algún imbécil y me lo jode”

Parece que un cabroncete ha mordido un compañero. Quieren que lo acompañe a urgencias. Voy a jefatura de estudios. El crío parece nervioso pero no, no es de los pitufos. Es de 2º de Bachillerato. Tiene un buen bocado en el antebrazo. Lo observo cuando, momentáneamente, el jefe de estudios levanta la gasa para echar un vistazo. Le han arrancado un pedazo de carne, se ve la marca de los dientes. Joder.

-¿Quién ha sido?- pregunto.

-Macarena.- dice el conserje tras de mí.

El chaval, un tocho de tío, que ronda el 1,90 se desmaya.

-¿Has llamado al 112?-pregunto a Rubén, el conserje.

-Estamos sin línea telefónica.

-¡Coño! ¿Cómo es eso?

-No sé, se ha caído la línea.- el jefe de estudios.

-Pues coño, usad el móvil.- yo.

-No hay cobertura.- el conserje.

Pongo cara de extrañeza.

-Debe ser una avería general.- aclara el jefe de estudios- Llévalo a urgencias en tu coche. Marisa y yo llevaremos a Macarena en el nuestro a que le chuten algo. Está muy nerviosa.

Entre los tres llevamos al chaval en volandas a mi vehículo y lo acomodamos en el asiento de atrás, sobre el regazo del conserje. Yo conduciré y el jefe de estudios vuelve a por la chica.

Arranco pensando en que aquello es raro. Estoy acostumbrado a ver todo tipo de agresiones pero entre alumnos tan mayores es extraño…..

Los alumnos de mayor conflictividad social se hacinan en los niveles inferiores. Dejan los estudios como mucho a los dieciséis. En bachillerato uno trabaja ya con gente madura. Alumnos demasiado preocupados por el futuro como para meterse en líos.

Luz roja. El semáforo del cruce anterior a la entrada en la autovía. Miro por el retrovisor. El conserje tiene cara de mala hostia.

-Oye Rubén- pregunto- ¿Y dicen que ha sido Macarena? ¿Estás seguro?

Asiente. Nunca ha sido de muchas palabras. Le llamamos “el carro de la alegría”.

-Increíble. Me lo cuentan y no me lo creo. Esa cría es un encanto, una maravilla. Estudiosa, guapa…- yo

-Conozco a sus padres. Es raro.- él.

-¿Y por qué lo ha hecho?- yo.

-Ha sido de pronto. Dicen. Inexplicable.

-Puto semáforo.- yo- ¡Cuánto tarda!

Veo llegar el coche del jefe de estudios. Para tras de mí. En el asiento delantero va él y, al lado, Macarena. Parece tranquila. Detrás va sentada Marisa, la de latín.

Adelante

-Están por todas partes, ¿no te has enterado?- pregunta Asumpta a Infantes. Incluso en circunstancias como éstas me parece guapa.

-No, coño, no. He estado enfermo y vivo sólo.

-Empezó a ayer. Debe ser un virus, no sé….como la rabia. No hemos podido salir ni comunicar con el exterior. Han debido cortar la línea telefónica.

-¿Han..? ¿Quiénes?- pregunta él.

-Los alumnos.- yo.

-¿Los alumnos?- él.

-Sí, es una especie de epidemia.- yo.

-Pero…. ¿y los padres? ¿No han venido a por sus hijos? Al ver que no volvían del instituto se habrán desplazado aquí, ¿no?

-Ven- le digo.

Levanto a malas penas un tablón y le dejo echar un vistazo al aparcamiento principal. Cuatro o cinco monstruos, tres chavales y un adulto, están comiéndose lo que queda de un cuerpo. Tiran de los intestinos como los buitres leonados de los vídeos de Félix Rodríguez de la Fuente.

Comienza a vomitar.

Atrás

Parados en el semáforo. La espera se me hace eterna. Cuanto antes lleve a la agresora y al agredido al centro de salud, mejor.

-El crío tiene fiebre. –dice el conserje. Me giro y compruebo que el chaval comienza a convulsionar. Al fin, verde. Justo cuando voy a pisar el acelerador miro por el retrovisor y grito:

-¡Hostias!

-¿Qué pasa?- el conserje.

Compruebo horrorizado que Macarena se ha lanzado sobre el jefe de estudios. ¡Le está mordiendo el cuello! ¿La rabia? Dejo el coche en punto muerto y bajo del mismo, corro, corro hacia el coche parado detrás de nosotros. Veo al jefe de estudios agitarse gritando. Cuando llego a su altura doy un rodeo. La chica a hecho presa y no lo suelta. Grita el jefe, y grita mi compañera Marisa que ha salido por patas por la puerta trasera.

Abro la puerta del asiento de Macarena y engancho su pelo con mi mano, largo y sedoso. Tiro con todas mis fuerzas y suelta al jefe de estudios emitiendo un gemido de dolor. Lleva algo en la boca, carne y unos cables. No, son venas.

El jefe de estudios apenas farfulla y se sacude como un epiléptico. La sangre sale a impulsos. Es un chorro bestial que lo empapa todo. A mí también. Un latido, un chorro, otro latido….. Se va a desangrar. Busco un trapo. Algo. ¡Rápido, rápido! He arrojado a Macarena fuera del coche y busco en los asientos. Ni un pañuelo ni un jersey, nada. Pongo mis manos en su cuello y no puedo impedir que la sangre mane a borbotones:

-¡Rubén, aquí, Rubén!- grito llamando al conserje. Un nuevo alarido. Es Marisa. Macarena a cuatro patas le está comiendo la cara. Voy hacia ellas, no puedo levantarla y de nuevo, no deja a su víctima. Escucho un motor. Rubén se ha pirado con el coche del jefe de estudios que yace en el suelo. Muerto.

Abro el maletero de mi coche y abro mi padelero. Saco mi pala de padel. Una airbox, 175 pavos. No pienso en ello. Me acerco y le suelto un mandoble a Macarena en pena cabeza. Cae a un lado aturdida.

Se gira sobre se misma y se coloca de nuevo a cuatro patas. Parece un perro rabioso. Los ojos, son rojos, o inyectados en sangre, va a saltar sobre mí. Macarena, antaño una alumna modelo, salta sobre mí y yo la espero.

Adelante

-¿Qué vamos a hacer?- pregunta Asumpta.

En la semioscuridad de la sala de profesores hago un recuento y compruebo que apenas somos 9. Los demás deben de haber caído. No hay noticias del exterior. No tenemos radio ni televisión. La infección debe de haberse extendido por el pueblo, no hay otra explicación. De no ser así alguien hubiera venido a socorrernos. Los padres de los alumnos habrían acudido a interesarse por ellos. De hecho anoche vinieron bastantes coches. Sus propietarios yacen tirados aquí y allá. Los menos afortunados huyeron con un simple mordisco y a estas horas estarán infectados.

Asumpta va a al baño. La sigo. Espero fuera. Me gustaría hablar con ella. Un solo beso es poco bagaje para una relación. Desde mi divorcio no me sale nada bien. Me gusta, sé que le gusto, pero algo debió pasarle con su ex marido que la ha vacunado contra los hombres. “Necesito tiempo” me dijo aquel día. Sale y nos miramos.

Creo que vamos a morir. Nos abrazamos y comenzamos a besarnos. Antes de que pueda darme cuenta me ha arrastrado hacia el interior del baño y echa el pestillo. Esto es producto de la desesperación, no hay duda. Sus tetas son duras como piedras. La beso a la vez que sujeto su culo. Jadea. “Te quiero, te quiero….tanto tiempo perdido”.- musita.

Los otros, en la sala de profesores, ni se enteran. Ojalá que entren ahora esos monstruos y nos maten ahora. Al menos moriría follando. Feliz.

Atrás

Según salta sobre sí descargo la pala con todas mis fuerzas sobre su cara y sale despedida hacia atrás. Rueda por el suelo y alzo mi “Air box”. Está totalmente partida y una gran parte de la zona central cuelga hacia un lado.

La cría gruñe como una bestia mientras veo a Marisa convulsionando. Se muere. Cuando Macarena vuelve hacia mí compruebo que su nariz parece un bulto sanguinolento. Le ha dado una buena hostia pero no parece sentir el dolor.

Una voz gutural, como salida de una peli de serie B sale de su garganta:

-Vais a morir todos.- me dice mirándome desde la profundidad de sus malignos ojos rojos.

Cuando salta sobre mi descargo de nuevo la pala que termina por romperse. Caigo hacia atrás y me inmoviliza. Está sobre mi y lanza dentelladas que esquivo ladeando una, dos veces. Alzo la pala, apenas el puño, que no pienso soltar con una suerte de larga astilla afilada en el extremo. Justo cuando va a devorarme el rostro la clavo en su garganta a la vez que adelanta su cabeza hacia mí. Emite un gorjeo asqueroso e inhumano quedándose quieta. Los ojos en blanco. La empujo hacia un lado y saco el asta de su garganta. Un chorro de sangre me salpica la cara y la camisa. Y vuelvo a clavar mi arma a la altura de su corazón una, dos, tres veces…..hay sangre por todas partes.

-¡Dios!- grito asqueado. Espero no contagiarme. Marisa está muerta y no hay rastro del coche del jefe. No me atrevo a tomar el mío, el alumno mordido está dentro de él. temo que me ataque. Macarena, la alumna infectada no se mueve, está muerta también.

¿Qué está pasando? ¿Hay un virus? ¿Es una mutación de la gripe? Parece la rabia o algo así. ¿Qué hago? Mi móvil tampoco tiene cobertura aquí. Qué raro. No veo nadie a mi alrededor y corro hacia el instituto.

Adelante

Ella tiene el culo apoyado en el lavabo y yo estoy descansando sobre sus hombros, exhausto. Tras esa iluminación que sigue a la descarga veo claro que vamos a morir. No sabemos qué está pasando. Oigo sus pasos en el piso de arriba. Corretean aquí y allá. Tarde o temprano lograrán entrar y no tenemos con qué defendernos. Asumpta musita cosas bonitas junto a mi cara. Qué tontos somos los seres humanos que dejamos pasar tantas y tantas oportunidades para ser felices, pienso.

Si supiéramos qué está pasando fuera. Si pudiéramos contactar con el exterior. Igual las autoridades están buscando gente sana. ¿ Hasta dónde habrá llegado esta plaga? ¿Enviarán a la policía? ¿Al ejército?

Necesitamos dos cosas: armas y comunicación con el exterior. El laboratorio de química está aquí abajo, en esta planta. Seguro que Joaquín podría prepara algo, cócteles molotov o algo así. ¿Y la comunicación?

-Vamos, Asumpta. Salgamos a la sala. Tengo algo que decir.

Nos separamos poco a poco. Sin saber cuándo volverá a ocurrir algo así. Quizá nunca. Se sube las bragas mientras que voy descorriendo el pestillo.

-¿Se habrán enterado los de fuera?- digo.

Ella estalla en una carcajada:

-Con el escándalo que hemos armado, seguro.- dice. No parece ella, siempre tan comedida.

Atrás

Llego al instituto empapado en sangre y me encuentro a Asumpta en el recibidor.

-¿Qué te ha pasado? ¿Estás bien?

-No, no, no es sangre mía.- la tranquilizo. Debe ser por el shock pero me encuentro demasiado tranquilo. Casi lúcido. Lo que ha ocurrido parece un sueño y, sin embargo, es real. Le cuento lo del coche. Que he matado a Macarena. Que el conserje se fue el otro vehículo y que he abandonado por miedo al chaval atacado en el asiento de atrás presa de la fiebre. Macarena y Marisa están muertas. El jefe de estudios, también.

Me mira con los ojos muy abiertos pero no termina de sorprenderse.

-Dos alumnos se han vuelto locos y han atacado a la gente. Julio, el de Educación Física, ha tirado a uno por la ventana desde el segundo piso. Está muerto.

-¿El crío?

-Sí.

-¿Y Julio?- yo.

-En la sala de profesores, como catatónico. –ella- Se siente culpable. No podía hacer otra cosa. Los teléfonos no funcionan. Al otro alumno lo hemos encerrado en un aula, en 1ºB.

-¿Quién es?

-Jeyson Rodríguez.

-Menudo firma.

-Pues curiosamente, hoy estaba portándose modélicamente.

-¿Cómo dices?

-Sí, Paco Moreno, de Lengua, me ha dicho que estaba muy calmado y que incluso ha abierto el libro y la libreta en clase. Ah, y que hacía preguntas.

-No puede ser..- yo.

-No puede ser…¿qué?.- ella.

-Los alumnos, la mayoría están infectados.

-¿Qué dices?

-Sí, joder, ¿tú no has notado que estaban muy tranquilos? ¿Qué atendían incluso en clase?

-Sí, pero …

-¿No es raro?

-Rarísimo, cobre todo en 2ºC.

-Hay un virus…. O algo así. Cuando lo incuban tienen fiebre, el chaval del coche está febril. Luego se transforman…..ya sabes, modositos, como si…-

-No te entiendo, estás loco.- ella.

-¿Han mordido a mucha gente?.- yo.

-Creo, que diez o doce. Están en el despacho del director con la orientadora.

-Hay que encerrarlos.

-¿Cómo? ¡Están heridos!

-Están infectados. ¡Vamos hostias! No hay tiempo.

-Tendrás que cambiarte de ropa. Los de Educación Física pueden dejarte algo- me dice mientras subimos las escaleras de dos en dos.

Entonces nos cruzamos con Abdul Belkasem, un pedazo de cabrón que mueve droga en el instituto, su padre está en la cárcel y su madre desapareció con un camionero. Está en un hogar de acogida pero lejos de mejorar cada vez da más problemas. Lo he visto muchas veces. Quiere vengarse de esta sociedad y acabará en el maco o muerto antes de los veinte. Va caminando pausadamente. Con un libro en el regazo.

-¿Dónde vas?

-A la biblioteca.- me dice.

Lo tengo claro.

-Abdul.- me escucho decir. Acompáñame un momento.

Adelante

Hemos llegado al laboratorio de química. Anochece y no hay luz. Todo está a oscuras pero Alejandro Fabre ha sabido preparar algo efectivo. Los químicos son fantásticos. Unos pequeños matraces con agua y sellados con un tapón. En el interior un pequeño tubo de ensayo con sodio. Cuando se lanza y se rompen y el sodio entra en contacto con el agua explotan. Algo es algo. Servirán.

Tenemos que pasar por el aula de informática. Luis el informático puede preparar una especie de radio con algo de material. Dice.

Salimos al pasillo y caminamos pegados a la pared. Somos tres y estamos acojonados.

-¡Rápido, rápido! – dice Alejandro mientras que Luis intenta abrir la cerradura de su aula.

Se me encoge el alma al ver unos ojos rojos al fondo del pasillo. Tengo un stick de hockey en una mano y en la otra una ampolla de sodio.

-¡Date prisa , hostias!

Alejandro escarba en su bolsa y saca otras dos ampollas.

-Espera- digo yo- No las desperdicies.

Luis hace ruido registrando cajones en el aula.

-¿Qué?- pregunto- ¿Está ya…?

-Una cosa, me falta una cosa.

Un gruñido me hace girar. Esa cosa bien hacia mí en la oscuridad.

-¡Ahora!- grito.

Alejandro y yo lanzamos las tres ampollas al unísono y una deflagración ilumina el oscuro pasillo. Esa cosa huye ardiendo hacia el fondo, a la vez que emite unos sonidos extraños, como gritos metálicos que me hacen sentir pánico.

-Es demasiado grande para ser un alumno.- Luis, que ya ha salido con el zurrón lleno.

-Será un profesor infectado.- dice Alejandro- Le daba un aire a Blas, el de Filosofía.

-Nunca me gustó ese tío. Era un gilipollas- yo.

Atrás

Vuelvo al despacho del jefe de estudios tras haberme duchado. Ya no hay rastro de sangre sobre mí. Espero no haberme contagiado. Si no tengo heridas no creo que el virus o lo que coño sea atraviesa la piel. Me he puesto un chándal que me han prestado los de Educación Física. Parezco un burgués en sábado, a punto de acudir al centro comercial. Ojalá. No me gusta un pelo lo que está pasando.

Cuando entro en el cuarto me encuentro con dos compañeros que, siguiendo mis instrucciones , han sujetado a Abdul a la silla envolviéndolo en cinta aislante como si fuera una crisálida. Me miran como si estuviera loco pero al menos me han hecho caso. Descuelgo el teléfono y llamo al director a su despacho. Allí están atendiendo a los heridos. Llega en unos minutos acompañado de Asumpta.

-Pero……¿qué es esto? ¿Te has vuelto loco Javier?

-Es peligroso. Está infectado.-yo.

Hace un aparte conmigo y me dice al oído:

-Este tío es moro…..joder….se nos cae el pelo. ¿Te imaginas lo que dirá la prensa? ¡Se nos van a echar encima todas las asociaciones de apoyo al inmigrante!

-Mira Julián- contesto muy calmado- tu jefe de estudios está muerto. Yo lo vi. Una alumna modelo le ha arrancado a bocados las venas del cuello. Marisa, la de Inglés, también es fiambre. Esa hija de puta le comió la cara. Yo la maté después. Aquí hay una epidemia de algo muy fuerte y muy raro. Alguien ha debido joder el repetidor y no tenemos ni señal de telefonía móvil ni línea telefónica. Este pequeño cabrón está infectado, te lo digo yo. ¿De verdad crees que alguien va a encularnos por atarlo con cinta aislante?

-¿Qué está pasando?-pregunto al chico.

-Nada.- contesta con cierto aire bobalicón. Parece como drogado.

-¿Veis? Está en fase de incubación.- yo- Se ponen así tras la fiebre. Y luego se transforman.

El crío me sonríe.

-¿Cómo empezó esto?- yo

-No sé de qué me habla, profesor.

Abdul, antaño un pedazo de cabrón me observa con ojos beatíficos. Saco una jeringa del bolsillo del chándal y sin mediar palabra, le saco sangre.

-¿Qué haces?- dice Asumpta.

-No lo sé, dar palos de ciego. Esperad, dadme diez minutos.

Adelante

Estoy dormido tirado en el suelo. Sin darme cuenta he terminado por apoyar mi cabeza en el regazo de Asumpta. Ronquidos. Un pedo lejano. Apenas sí somos diez y no tenemos ni idea de lo que está pasando fuera. Esos bichos deben tener fotobia porque salen más por la noche. Entonces se oyen berrido, gritos de gente que huye, que es alcanzada, que mueren devorados por esas bestias. Es nuestra segunda noche aquí y no viene ni Dios a salvarnos. Luis ha conseguido montar una especie de radio pero apenas si hay señal. Hemos oído unos segundos de las noticias: “….evacuación de….. en Levante……el ejército ha….” Nada más. ¿Viene el ejército? ¿Hasta dónde ha llegado esta epidemia? Hemos discutido si salir o no. Intentar una huida desesperada hacia el pueblo. ¿Habrá gente viva allí? ¿Y si esos putos zombies están por todas partes y nos devoran? No quedan cartuchos para la escopeta de Viudes Él está muerto. ¿Qué podemos hacer? Si esos hijos de puta no hubieran cortado el teléfono. Reventaron el repetidor de telefonía móvil que daba señal al pueblo.

Entonces vuelvo a escuchar el sonido que me ha despertado. Es como si un ratón estuviera royendo algo. Infantes se levanta y va hacia el baño arrastrando los pies y rascándose el culo. Enciende la luz y un tenue resplandor ilumina la sala de profesores. Entra y cierra la puerta tras de sí. Entonces, tras un breve silencio escucho un grito aterrador. ¡Están en el baño! Han debido de entrar por el conducto de ventilación para acceder al aseo rompiendo la escayola del techo.

Atrás

-Mirad.- yo.

El director se acerca y guiña un ojo mirando por el microscopio de mi laboratorio.

-¿Qué cojones es eso?- él.

-Es la sangre de Abdul. –yo- Fijaos en que contiene miles de pequeños seres unicelulares. Son móviles y dos mil veces más grandes que una bacteria. Son como protozoos pero muy muy grandes. Se observan con facilidad con un simple microscopio óptico.

-¡Joder!- exclama Asumpta mirando la preparación.

-¿Y esas cosas…?.- el director.

-Es una infección extraña. Algo nuevo.-yo.

-Pero…¿Y por qué aquí?.- Asumpta, sin dejar de mirar por el micro.

-Tengo una teoría.- yo.

-Sorpréndenos, Javier. Al final siempre terminas llevando razón.- el director.

-El meteorito.- yo

-¿Qué?.- ellos.

-Sí, esa cosa que cayó el sábado por la noche. Hubo algo. Una explosión, recordad que los físicos no se lo explican. Casi todos los jóvenes del pueblo estaban haciendo botellón.

-Ves muchas películas de ciencia ficción….- el director.

-Seguidme.- ordeno encaminándome al despacho del jefe de estudios.

Adelante

Cuando llegamos al baño una de esas bestias ha destrozado a cabezazos el débil panel de aglomerado de la puerta. Infantes grita mientras que uno de esos bichos le come la cara contra un rincón. Le reviento la cabeza al que asomaba con la culata de la escopeta de Viudes.

-¡La hostia!- exclama Angustias, de Francés, al ver los sesos de esa cosa esparcidos por todas partes. Dos de esos bichos se descuelgan por el agujero que han hecho en el techo del aseo. Reculamos. Bajan más. La gente comienza a gritar.

-¡Están aquí, están aquí!- vocea alguien tras de mí, en la oscuridad. Antes de que pueda decirles que estén quietos, que conserven la calma, escucho estremecido el sonido de los clavos de las maderas que sellaban la puerta.

-¡No salgáis! ¡No salgáis!- grito.

Demasiado tarde. Abren la puerta y esas cosas les están esperando. Oigo los gritos, el ruido de los chorros de sangre que fluyen salpicándolo todo, tendones y huesos que se rompen. Tomo la bolsa de Alejandro y le digo:

-¡Ayúdame!

Tras asegurarme de que Asumpta está tras mi espalda lanzo una ampolla a los zombies que ya salen del baño. Arden gimiendo tras la deflagración.

Escucho un alarido aterrador. Alejandro ha lanzado dos ampollas contra la puerta principal. Un revoltijo de cuerpos se amontan en el suelo. Está oscuro y no distingo a mis compañeros de las bestias. Pasamos sobre ellos.

-¡Arriba, a la terraza!- yo.

Atrás

Abdul me mira sonriente. Ya no tiene la expresión bobalicona de antes. Su mirada parece la de otro, impía e inquietante.

-Lo he visto.- yo.

-¿El qué?- él.

-Tu sangre, esos bichos. Parecen protozoos.

-Vaya, qué listo.

-¿Tú sabes qué está pasando aquí?

Ladea la cabeza.

-Eres uno de ellos. No te voy a soltar.

Mira hacia el suelo. Entonces, levanta la cabeza y comprobamos horrorizados que sus ojos se han vueltos rojos.

-¡La hostia!- exclama Higinio, de Sociales.

Abdul nos mira amenazante y con una voz como salida de ultratumba sentencia:

-Vais a morir todos.

-¿Cómo?- el director.

Yo tomo el stick de hockey que sujeta uno de mis compañeros y me voy hacia él:

-¡Habla hijoputa! ¡Habla!

Me sujetan entre varios pero la hostia que le he dado le ha abierto una brecha en la frente.

-¿No lo entiendes humano?- me dice- Da igual lo que me hagas. Somos una comunidad y este cuerpo es sólo un envoltorio que hemos tomado prestado. Somos billones de billones. Nos reproducimos a toda velocidad y estamos interconectados. Somos una colonia. Trillones de seres conectados en una sola voluntad. Un superorganismo indestructible. Da igual que eliminéis este cuerpo. Estamos ya en muchos más.

-Pero…¿quiénes sois?- Asumpta.

-Nunca hemos tenido nombre. Pero existimos desde la noche de los tiempos….- Abdul comienza a hablar con dificultad-…. Vamos de planeta en planeta……destruyéndolo todo……. Necesitamos…..

-¿Qué?- yo.

-……digamos que necesitamos nutrientes, unas moléculas parecidas a vuestras proteínas….. sois buen ganado- entonces se interrumpe con un gran eructo.

-Llegasteis con el meterorito, ¿verdad?- yo

Asiente.

Huele a cieno en la habitación. Entonces nos mira y de golpe, comienza a vomitar sangre y trozos de carne.

-¡Joooder!.- grita el director dando un salto hacia atrás.

Entonces, esa cosa revienta la cinta aislante que le envolvía y se lanza sobre él dando un alarido horrible. Nosotros comenzamos a golpearle con los sticks pero no hacemos mella en su ánimo. Es como una especie de kamikaze con una sola misión, devorar la cara del director. Escucho los pasos de Aumpta que huye del despacho a toda prisa. Uno de los impactos arranca fragmentos de cráneo, pelo y sesos de la cabeza de Abdul que se desploma. Continuamos apaleándolo hasta que su cráneo parece una máscara de simio de las que venden en carnaval.

-Tengo una escopeta en el coche. Esta tarde pensaba ir a cazar- dice una voz tras de mí. Es Viudes.

Adelante

-¡Corre, corre!- grito a Asumpta que me precede. Las bolas de agua y sodio nos han dado unos segundos para atacar la escalera.

Me giro y veo a Alejandro resbalar. Hay más de cuarenta de esas cosas tras nosotros. Uno le coge del pie. Me mira como si fuera un cachorro a punto de ser devorado. No me lo pienso y lanzo mi última ampolla apuntando a su zurrón. Dentro deben quedarle cuatro o cinco y lleva una en la mano. La deflagración me deja medio ciego por un momento. Apenas si acierto a ver unas figuras apartándose aquí y allá. A algunos les falta un brazo o una pierna , otros arden en llamas. Tengo restos de carne de Alejandro sobre mi chándal. No miro atrás y corro escaleras arriba.

Adelante

Estamos junto al coche de Viudes. Con el maletero abierto.

-Mira, se meten los cartuchos así. Cierro la escopeta y ¡lista!

Una extraña figura salida de no sé dónde da un salto y le muerde la yugular. Es una de esas cosas. ¿De dónde hostias ha salido? Reconozco lo que queda de Damián Cremades apenas un pitufo de 1º de ESO. Tomo la escopeta que ha caído al suelo y veo las dos cabezas volar por los aires. Viudes es historia y Damián, también.

Escucho pasos que se arrastran y compruebo que, tras los cuerpos, aparecen cuatro alumnos. Ahora son zombies. Llevan las herramientas robadas del taller de Tecnología y cables en la mano. Son el comando que cortó los cables del teléfono y probablemente habrán jodido el repetidor de telefonía. Por eso no hay señal.

No me lo pienso. Tomo dos cartuchos del zurrón de Viudes y hago fuego. Tres de ellos caen al suelo gimiendo. Uno de ellos va hacia mí. Tomo la escopeta por el cañón y sin reparar en que mis manos arden le reviento la cara de un culatazo. Me giro donde Viudes y arranco el zurrón de su cuerpo exánime. Dos nuevos cartuchos y reviento la cabeza de un disparo a uno que se arrastra. Ejecuto así a los cuatro y vuelvo al instituto tras atarme el zurrón en bandolera y vendarme las manos con unas vendas improvisadas con girones de la camisa de Viudes.

Según entro una alumna con los ojos enrojecidos se abalanza sobre mí. Es Inés, otra alumna modelo de 4º de la ESO.

-¡Booooooom!

El ruido del disparo de la escopeta de postas resuena en todo el hall mientas que ella cae de rodillas y se desploma sin cabeza.

-Pero….¿qué ha hecho? ¿Qué ha hecho?- me grita Úrsula, una amiga que la seguía.

-¡Es uno de esos zombies!.- grito fuera de mí. Me alivia que Úrsula no lo sea, no me daba tiempo a recargar.

-¿Qué zombies?-ella.

-Los zombies, hay una epidemia. ¿No lo sabes?

La cría niega con la cabeza.

-¡Sí, hostias! Es una especie de protozoo. Ella era una de ellos, ¡tenía los ojos rojos!

-¡Tenía conjutivitis!- solloza ella-¡Estaba en pleno ataque de alergia y yo la acompañaba para llamar a casa de sus padres!

Adelante

-¡Quita Hostias!- grito apartando a Asumpta de malas maneras mientras que reviento el candado a culatazos. Esas cosas están aquí. La puerta cede. Me giro. Descargo un golpe sobre ellos, dos. Asumpta sale fuera. Otra hostia y otro bicho que rueda escaleras abajo. Putos cartuchos. Ya ni siquiera recuerdo cuándo se me acabaron. Sí, apenas un par de zombies después de que despachara a aquella cría inocente, la de la conjuntivitis, Inés.

¿Qué coño hago parado? Ya vienen por la escalera. Salgo al exterior y la luz del sol me ciega. Asumpta cierra la puerta tras de mí. La atranco metiendo la escopeta por la manija. Esas cosas la empujan pero está atascada.

Corremos por la terraza del instituto, inermes. No hay nadie por aquí afortunadamente. Vamos de aquí a allá, de la mano, mientas que esas bestias dan alaridos infrahumanos e intentan reventar la puerta de emergencia a cabezazos abombando el metal de la misma.

¿Qué hacemos Javier?.- ella.

Estamos justo en el borde del edificio. Por un momento pienso en saltar juntos, de la mano. No quiero que esas cosas nos devoren. Una muerte rápida, sí. Será lo mejor.

Entonces, oigo chirriar la puerta tras de mí. Me giro y veo que la han descolgado, se arrastran al exterior. Comienza a amanecer y el sol nos les gusta demasiado.

-¡Mira Javier!- me dice ella.

Me giro de nuevo y miro a lo lejos. Junto al sol naciente una inmensa columna de humo con forma de hongo se eleva y se eleva. Ahora sé que no nos van a devorar. Tampoco nadie vendrá a salvarnos. Han decidido borrar la infección de un plumazo y veo venir la inmensa onda expansiva. En el fondo, me alegro.

Comentarios

Jerom ha dicho que…
Me ha gustado...muy ameno y sobre to la estructura temporal...

Queremos mas...
Crimhisto ha dicho que…
Así no hay quien se ponga a trabajar, yo tenía que estar con mi tesis y no leyendo una de zommbis.
A ver como se lo explico a mi marido cuando venga de esnseñar pisos a estudiantes a 40ºC sombra (que hace falta echarle huevos currar en una inmobiliaria con la que esta callendo en todos los sentidos) y de la cena ni hablemos que como la tesis no etá ni en fase de proyecto.
ebenezer ha dicho que…
Entre los sabios locos y el partido socialista van a terminar con el mundo.
Antonio Rentero ha dicho que…
Magnífico. Coincido con Jerom, la estructura temporal fragmentada con saltos "a la Lost" es un hallazgo.

Insisto, avisa cuando quieras que los mejores guionistas de la Región de Murcia te hagamos la adaptación de tus obras a formato tv/cine.

Con lo de hoy ríete tú de "The walking dead"...
ivoriginal ha dicho que…
Tremendo, don Jerónimo.

Si tuviera usted la amabilidad de responderme (a través de mi perfil), me gustaría tratar con usted ciertos asuntos referentes a este relato.

Por cierto, magnífica charla la de esta mañana (o ayer por la mañana, más bien) en el IES El Carmen.

Saludos desde el Bachiller de Artes!

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