A DIOS PONGO POR TESTIGO




No sabía yo que esta gente del PP nos tenía tanto odio. Era evidente que tras los desmanes de ZP, que gastaba como si no costara, había que
poner orden en las cuentas y racionalizar el gasto. Por eso se hacía
necesario un cambio. Ni en la peor de mis pesadillas me pude imaginar
que estos que venían odiaran de tal forma a los funcionarios: se la
trae al pairo que curemos a la gente, enseñemos a los niños,
apaguemos los incencidos, detengamos a los delicuentes o atendamos a
los dependedientes, no. Les da igual

Después de ver el análisis que hace Rubalcaba de los últimos
resultados electorales queda claro que no se puede votar el PSOE, pero
es que al PP, si eres funcionario, tampoco.


Nos odian, han ido a por nosotros, han desplegado una campaña mediática sin parangón y nos han machacado. Hay trabajadores acudiendo
a trabajar enfermos para que no les quiten medio sueldo, porgramas de
cáncer de mama desaparecidos, profesores de dibujo dando iniciación
profesional y más desmanes sin fin, pero a ellos les da igual. Ahora,
eso sí, de la Consejería de Educación sigue sin saltar ni un solo
asesor.

Nunca más los volveré a votar porque me odian por ser funcionario, por
ser profesor, por trabajar en la escuela pública. Ser funcionario y
votar al PP hoy día es como ser de Chamberí y hacerse del Barça,
Empresario y apuntarse al Partido Comunista o negro y hacerse del Ku
klux klan. Nunca olvidaré, nunca, cómo nos odian, cómo nos han
perseguido, vilipendiadio y deteriorado nuestras condiciones de
trabajo. Yo creía que tenían que venir a poner orden pero vinieron a
macharme a mí y a mis compañeros. Nunca volveré a votar a un partido
que me odia. Ah, y al PSOE, tampoco.

Comentarios

Juan Jose ha dicho que…
Hombre, tanto como odiarnos por ser funcionarios...

Lo que no puede ser tampoco es una casta de funcionarios subida a la chepa de los que no lo son.

El nivel de vida tiene que subir para todos con la mejora de la economía, y no solo para unos pocos a golpe de decreto.

No solo los funcionarios curan, enseñan, apagan fuegos, y etc.
ebenezer ha dicho que…
Me parece un análisis muy superficial de los hechos: porque si bien es cierto el drama actual, y la injusticia que se comete con el funcionariado, no se entra en los hechos que lo han provocado.
Hay una anécdota que puede ilustrar esta situación: la familia Zapatero era conocida como “la familia Calcetín”, por sus numerosas meteduras de pata.
En un viaje a China, el cabeza de familia –sin duda influenciado por las películas norteamericanas- iba besando niños a troche y moche, entre los llantos de la criaturas y la indignación de los padres: el embajador francés se acerca y le dice:
- Deja ya de andar besando a los niños: aquí está muy mal visto que un extraño lo haga, y vas a terminar provocando un incidente diplomático. ¿No te los han dicho tus asesores?
- No, no me han dicho nada.
-¿Cuántos tienes? –pregunta el francés.
- Seiscientos ochenta.
-¿Tantos? Sarkozy apenas tiene cien. Entre tantos diplomáticos, sociólogos, hombres de leyes... ¿ninguno te ha avisado?
-Nada de sociólogos, ni diplomáticos... son los del pueblo que estaban parados y vinieron a verme...
No sé si será cierto, pero tiene visos de verosimilitud: es cierto lo del besuqueo de China, los 680 asesores (seguros que todos, o casi, enchufados), así que puede ser verdad.
Esto se hace extensible a esta situación: el partido socialista ha metido a miles en la Administración Pública, con la tarea de calentar sillas y planchar almorranas, constituyendo una carga para la nación.
Es injusto que tantos tengan que pagar por este hecho, pero ¿es justo que las personas conscientes, que no han votado a los socialistas, tengan que pagar también?
Les falta el valor a los populares de hacer una purga y cargarse a miles de enchufados, pero no hay que olvidar que les falta el apoyo popular y que continuamente les están sacando las tropas a las calles (las tropas de borregos, que acuden a todas las convocatorias).
Y que tienen sus defectos (que perfectos no son), pero, por comparación con los otros, rayan la divinidad.

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